El relieve se caracteriza por la forma de la superficie, presentando diferentes aspectos de acuerdo con cada ubicación. Los fondos de los océanos, así como las porciones continentales del planeta, también tienen irregularidades en su composición, un fenómeno clasificado como relieve submarino.
El desarrollo tecnológico alcanzado durante la década de 1960 proporcionó los mecanismos para la realización de la cartografía del relieve submarino y, a través de un cuidadoso análisis, es posible clasificarlo. Las principales formas de relieve submarino son:
- Plataforma continental: consiste en la prolongación sumergida de los continentes, con profundidades que van desde 10 a 500 metros. Es de gran importancia económica, ya que de esta parte del relieve submarino se obtiene la mayor cantidad de recursos minerales (petróleo), y se llevan a cabo un mayor número de actividades pesqueras. En materia ambiental, es la zona donde se produce la fotosíntesis y el crecimiento del plancton, que es esencial en la cadena alimentaria.
- Talud continental: con relieve irregular, esta zona submarina tiene una pendiente significativa sobre la plataforma continental, llegando hasta los 3000 metros de profundidad. En el talud continental es posible encontrar restos de las especies marinas y de arcilla muy fina.
- Cuenca oceánica: también llamada de llanura abisal, se extiende desde el borde del talud continental hasta aproximadamente 5000 metros de profundidad. Es el mayor relieve submarino. Esta parte morfológica de los océanos no recibe la luz solar, resultando en bajas temperaturas.
- Dorsales: comprenden las grandes cordilleras. La dorsal del Atlántico, Índico y Pacífico presentan profundidades que oscilan entre 2 y 4 km.
- Fosas abisales: las depresiones son más largas y angostas, por lo que constituyen las más profundas del relieve submarino. Alcanzan a profundidades de entre 7.000 y 1.100 metros.
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